A la hora de realizar inversiones se debe tener en consideración dos elementos clave: el riesgo y el rendimiento. Es importante reseñar que, mientras más se asuma riesgos en una inversión, se aumenta la posibilidad de obtener mayores rendimientos que la estipulada en la tasa de rendimiento libre de riesgo. Por ende, la compensación riesgo-rendimiento ayuda indudablemente a los inversores a encontrar las mejores inversiones.
El riesgo se define por la incertidumbre que genere la inversión, el mercado o la empresa. En el ámbito de la gestión financiera, una inversión, mientras el riesgo sea más elevado, mayor podría ser el rendimiento o ganancia que se obtendrá. También hay que considerar perder parte o toda la inversión en una compañía de alto riesgo.
Por su parte, el rendimiento hace referencia a las ganancias o pérdidas que se obtienen en las inversiones. Generalmente, los inversionistas siempre optan por carteras de inversión con mayores rendimientos tales como: bonos, forex, fondos mutuales, etc. En el caso de los bonos gubernamentales, estos tienen un nivel de riesgo muy bajo, pero sus ganancias también son bajas. Cuando las negociaciones se hacen con productos apalancados, como el forex y otros activos en plataformas de trading online de CFDs, en los que se especula con las variaciones de los precios sin tener titularidad de los activos, hay que tener en cuenta que se trata de una forma de operar diferente en la que juegan un papel muy importante el apalancamiento y la volatilidad, por lo que los riesgos son incluso más altos.
Comprendiendo la compensación riesgo – rendimiento
Una adecuada compensación en el riesgo – rendimiento dependerá de varios factores como la tolerancia en el riesgo, el tiempo que durará la inversión y la capacidad para poder reemplazar los fondos perdidos. Estos tres elementos juegan un papel vital para determinar niveles idóneos en los riesgos – recompensas.
Por ejemplo, cuando se tiene la capacidad de hacer inversiones a largo plazo, el inversionista puede recuperarse ante una baja en los mercados e incursionar en mercados al alza. Por el contrario, si solo se tiene capacidad para hacer inversiones a corto plazo, el riesgo indudablemente aumenta.
Como vemos, la compensación riesgo – rendimiento se debe utilizar como un componente principal en cada decisión donde se piensa invertir, así como también, en las carteras de inversión en todo su conjunto. En el caso de las carteras de riesgo, esta compensación se puede incluir en analíticas o en las diversas participaciones y a fin de determinar cuáles presentan mayores riesgos o un rendimiento inferior al esperado.
Diversificando las inversiones para compensar posibles riesgos
Diversificando la cartera de inversiones es una de las mejores formas de compensar riegos y por ende, se optimizan los rendimientos. Una buena manera de conseguir esto es si se invierte en acciones de alto riesgo, compensar esos riesgos con la compra de bonos. Recordemos que los bonos suelen generar rendimientos seguros pero bajos. Una buena alternativa a los bonos también resultan ser los fondos mutuales a largo plazo.
Si se tiene la capacidad, la recomendación es hacer inversiones en diferentes industrias, ya que, dependiendo del momento, algunos mercados suben, otros se estancan y otros caen. Por citar un ejemplo de ello, durante la crisis del 2020, las compañías de internet experimentaron notables crecimientos, mientras que la industria del automóvil cayó.
Veamos un ejemplo de cómo se puede obtener un buen rendimiento, compensando posibles pérdidas:
Un inversor que ha estado muy incurso en las inversiones de muy alto riesgo decide querer tener una cartera de inversiones diversificadas que le permitan compensar posibles pérdidas. Su corredor le sugiere lo siguiente:
- Mantener acciones que oscilen entre los $100 a $150 como Volkswagen o Walmart
- Invertir en bonos del tesoro norteamericano
- Invertir en fondos mutuales.
Con esta cartera de inversión diversificada se puede tratar de obtener buenos rendimientos y compensar posibles pérdidas.
Calculando el riesgo – retorno
Para calcular el riesgo – retorno se emplean tres metodologías distintas, las cuales servirán dependiendo del caso:
La relación Alfa
Muy útil para calcular los excesos de rendimiento en las inversiones. Es decir, con esta relación se calcula cuanto fue el exceso de la rentabilidad obtenida en la inversión. Para determinar esto, “alfa” mide la ganancia obtenida de la inversión en relación con el índice estipulado del mercado o su punto de referencia.
Calcular con la relación alfa es simple: se debe restar la ganancia total con el punto de referencia.
Relación beta
El cálculo beta se usa para determinar la correlación entre la acción y el punto de referencia estipulado del mercado (generalmente el Standard & Poor’s 500). Esta relación brinda información al inversor sobre el rendimiento inferior o superior particular de una acción durante cierto tiempo. Para calcular beta, se debe dividir la varianza por la covarianza.
Relación Sharpe
Resulta muy útil para determinar si asumir el riesgo de la inversión vale su recompensa. Comúnmente el cálculo Sharpe se emplea en la comparación de pares o de ETF similares. Para calcular Sharpe se toman los rendimientos ajustados y se dividen por su nivel de riesgo. A medida que el índice sea mayor, mejor será el rendimiento.
En general, los mayores rendimientos se obtendrán en una inversión si se está dispuesto a asumir riesgos. Hay numerosos tipos de inversiones y cada uno con diferentes niveles de riesgos: Los bonos gubernamentales son los menos riesgosos debido a que el estado puede imprimir dinero y pagar así sus deudas.
En el capital privado es donde las inversiones tienen mayores riesgos, sobre todo aquellas que no cotizan en bolsa. Sin embargo, estas empresas suelen ofrecer a inversores rendimientos más altos que las compañías que cotizan en bolsa. Es importante recordar que también existen metodologías para calcular posibles riesgos.